Los catalanes siempre hemos dado mucha importancia a nuestra identidad, ser conscientes de quiénes somos y de dónde venimos, reconocemos nuestra lengua, la cultura y las costumbres. esta singularidad siempre ha perdurado sin las idas y venidas de la historia, de reyes, de gobiernos y de modas. Este es uno de nuestros puntos fuertes como territorio: tenemos un sentimiento de pertenencia muy importante.
Con los tiempos que corren para la homeopatía en España, en Cataluña estamos de «suerte», y esto se debe a varias razones, una cultural, forma de ser y carácter tolerante, y otra de tradición
histórica, las raíces, que es de lo que quiero reseñar en este Post.
La homeopatía en Cataluña tiene unas raíces profundas y una historia poco conocida la dimensión de la que sorprende cuando nos adentramos. Su práctica llegó a nuestras tierras antes de 1850, y fue ganando importancia a merced de sus éxitos clínicos, sobre todo a partir de la epidemia de Cólera más importante del siglo XIX, gracias estos resultados la práctica clínica se fue extendiendo hasta principios del XX, coincidiendo con uno de los momentos más gloriosos de la historia de Cataluña, el Modernismo (1885-1920), uno de los movimientos político-culturales más importantes y que más nos identifican.
El año 1854, la homeopatía puso a prueba la eficacia de sus remedios, en el tratamiento del cólera durante la epidemia que afectó a toda Europa, con unos resultados sorprendentes, mientras con el tratamiento con homeopatía los decesos reportados constan alrededor 8% de los enfermos, con la alopatía eran muy superiores. Comparando los datos del hospital de Vilanova 264 atendidos con cólera con 84 muertos, en cambio en Barcelona Dr. Juan Sanllehy informa que de 250 pacientes con cólera que atendió murieron 20, el Dr. Sirasol de 89 perdió 6, y en Mataró el Dr. Cruxent en atendió 216 de los que murieron sólo 10. A partir de estos resultados muchos médicos se interesaron en la Homeopatía, ya que ver los resultados en ellos mismos o en alguno de sus familiares.
Primeramente hacia los años 1840-1850, los homeópatas trabajaban en consultorios individuales, repartidos por todo el territorio, encontramos médicos en ciudades importantes como Barcelona, Igualada o Mataró. En la década de los 1880, el homeópatas mantenían activa la Revista Homeopática como vínculo, además hubo los primeros intentos de organizarse pero sin suficiente éxito. Aunque no faltaba el entusiasmo y no desistían de la idea de formar una Academia y un Hospital con el propósito de sumar esfuerzos en la defensa y el progreso de nuestra práctica clínica. Todos estos intentos quedaron como una semilla que no germinaría hasta 1890 en que se fundó La Academia Medico Homeopática de Barcelona por parte de destacados médicos homeópatas del momento. También se pusieron en funcionamiento un consultorio gratuito y de ofrecer los servicios en el Ayuntamiento de Barcelona ante el miedo a una nueva epidemia de Cólera, este consultorio fue la semilla del futuro Hospital, construido y fundado en 1903 y conocido como Hospital homeopático del Niño Dios en la calle Independencia con Dos de Mayo y que contaba con 42 camas.
Para entender la importancia de la Homeopatía en ese momento hay que destacar tres nombres: Dr. Félix Janer y Bertràn, uno de los primeros impulsores de la Homeopatía en Cataluña y primer decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona y mentor de uno de los médicos más importantes; Dr. Joan Sanllehy y Médicos fundador y primer presidente de AMHB, premiado por su actuación en el tratamiento de la epidemia cólera que afectó a Barcelona en 1854 con el nombramiento como Caballero de la Orden de Carlos III y Legión de Honor; y finalmente hay llamar la familia Grifols, conocidísimos por el exitoso laboratorio clínico que fundaron y que perdura en nuestros días como empresa farmacéutica de hemo derivados, que en sus orígenes, con Dr. Josep Antoni Grífols i Morera (socio fundador de AMHB) y su hijo José Antonio Grifols y Roig también homeópata, van ligados a la historia de la homeopatía en Cataluña y en la Academia.
Es en este contexto que se llegó al punto álgido que representa la celebración del Congreso Internacional en Barcelona en 1924 con delegados de todo el mundo, donde se acordó fundación de La Liga Internacional de la que aún forma parte la Academia.
Desgraciadamente, en los años 30 se va apagando el fervor por la homeopatía por diversos motivos, los que más destacan son la falta de relevo generacional para los homeópatas del momento, la gran mayoría pasaba la cincuentena y el período de inestabilidad política que desencadenaron en el hechos bélicos hicieron que una buena parte de los practicantes exiliara, como el médico Homeópata, Joan Solé y Pla, diputado en el parlamento de Cataluña en 1932 por ERC y exiliado en Colombia durante la Guerra Civil. Y otro ejemplo es que el hospital Homeopàtic terminó ocupado por la CNT en los inicios de la guerra y ya no volvió a abrir como tal pasado este periodo.
La Academia nunca terminó de cerrar, el Dr. Peiró mantuvo la llama encendida hasta el retorno de la democracia cuando volvió a crecer el interés por la homeopatía y un grupo de médicos jóvenes
tomó el relevo.
Pero los tiempos han cambiado, ahora pero nuestra práctica clínica vuelve a verse amenazada, una vez más, por el poder del establisment que a través de sus lobbys influye directamente en los medios de comunicación, periodistas, políticos e instituciones para desacreditarnos continuamente .
Sabemos que no somos perfectos, y podemos recibir críticas, pero cuando estos son injustas, infundadas e inmorales, con la única intención de defender los ingresos de las grandes empresas farmacéuticas, me duelen, y aún me duele más cuando las críticas vienen de casa , de periódicos catalanes con periodistas que se apuntan al carro sin mucho o nada conocimiento del tema y que sólo actúan como correa de transmisión de intereses de los que muchas veces ni ellos mismos son conscientes. Una profesión, la de periodista, que parece que se va desvaneciendo al ritmo de los clics que reciben.
Como decía al principio somos gente que no olvidemos de dónde venimos y estamos profundamente arraigados en el territorio. Pienso que este es nuestro punto fuerte que tenemos que hacer valer: somos perseverantes, trabajadores ya pesar de todas las adversidades y la fuerza de quien nos ataca, no nos afloja, tenemos paciencia y seguimos trabajando. Debemos hacer valer estas raíces que renovamos cada día, y que vinculan la homeopatía a nuestra identidad.
Este artículo en apoya en los datos que aparecen en el libro de la Dra Inmaculada Gonzalez-Carbajal García, La homeopatía en España cien años de historia y el documental «Cólera 1854, 50 días sin dolo»